Después de treinta y cinco minutos paseando de tienda en tienda, decidió sentarse a leer un rato. Los últimos meses había pasado más tiempo en los aeropuertos que en su propia casa. Un trabajo como el suyo le obligaba a tener muchos recursos para matar el tiempo.
Cuando los viajes eran por carretera, las matrículas con sus números y sus letras se convertían en un gran entretenimiento. Leía mucho, hacía sudokus y autodefinidos y cuando ya no encontraba más formas de distraerse, se dedicaba a observar, intentando encontrar curiosos objetos, hasta coleccionar cinco, y después escribía un relato. Ese era el pasatiempo que la ocupaba durante más tiempo.
Esta vez le faltaba uno. Y no había forma. No encontraba nada especial, nada sugerente. Por eso había decidido ponerse a leer.
Abrió el libro, -¿le importaría decirme la hora? Le preguntó una treintañera con pantalón pitillo negro, unas botas de piel marrón con cordones, y una camiseta blanca de manga corta y cuello asimétrico. –Van a ser las seis. Le contestó mirándola de forma despreocupada, hasta que lo vio.
Bajo su larga melena asomaba una cadena gruesa, dorada, como una sucesión de escamas, con un par de piedras color turquesa y las cabezas de tres pequeñas serpientes. Fue verla y saber que esa era la pieza que le faltaba.
Cristina Zazo formada en Bellas Artes y Joyería, realiza todo el proceso de sus creaciones en España. Se inspira en el arte, la joyería vintage y las formas animales y vegetales, de las que el collar Rolling es un gran ejemplo. Sus piezas invitan a la contemplación, son en sí mismas pequeñas historias.