La literatura no hace sino registrar los encuentros con la belleza, decía Yasunari Kawabata mientras hilaba encuentros y desencuentros en los que desnudaba el alma humana desde una mirada nipona.
Un de esos encuentros con la belleza digno de ser contado es el que nos propone Dior, que no es otro que el que la firma francesa protagoniza en el Japón de Yasunari, el país del sol naciente ¿el resultado? salta a la vista: unas gafas de sol diseñadas con escuadra, cartabón y creatividad y hechas a mano y con calma, como se hacen las cosas bellas.
De la mesa del diseñador a las herramientas del artesano y, sobre hojas de acetato, una estructura metálica, bisagra, pasador y pulido... unas gafas de sol de perfecta manufactura artesanal japonesa –cortadas y ensambladas a mano- y glamour francés -¿qué decir de Dior?-.
Y así, una vez hayas aplacado el brillo del sol a tus ojos, podrás ver lo bello y lo triste de la vida y del mundo -lo útil, añadiríamos- mirar hacia Kioto o al País de Nieve… sin separar tu vista de la bailarina de Izu.