Que el calzado Fitflop es de lo más cómodo que te puedas echar a los pies no lo digo yo. Ni siquiera la firma. Ni tampoco los miles de clientes que pasean sus diseños por medio planeta. Lo dice, mejor, lo certifica, el Centro de Rendimiento Humano de la Universidad South Bank de Londres (LSBU).
Desde finales de 2006 y durante un período de 36 meses, Darren James, del LSBU, y el doctor David Cook, catedrático en biomecánica, estudiaron los Fitflop y determinaron los beneficios que reporta caminar con ellos. A saber: mejoran la postura y el tono muscular, aumentan la actividad en piernas, pantorrillas y glúteos, reducen el estrés en cintura o rodillas y la planta se siente tan cómoda y ligera como cuando caminas por la arena de la playa. En definitiva: moldean tu cuerpo sin que te enteres porque son como andar descalzo. Dando un paso más allá encontraron incluso alivio en pacientes afectados por distintas dolencias desde la escoliosis o el síndrome de piernas inquietas, al espolón calcáreo o la ciática.
Estas mejoras tienen una explicación: la biomecánica inspira el diseño de cada modelo Fitflop. ¿Un ejemplo? La entresuela de triple densidad y otras tecnologías de nombre farragoso que hacen cosas que entiende todo el mundo: reducen la presión en la planta del pie y el impacto del talón al andar además de activar los músculos de las piernas.
Los 133 nuevos diseños que proponen para esta primavera conservan sus caprichosas formas orgánicas y sus colores vibrantes con adornos de neón pero incluyen novedades como las aplicaciones de cristal y las versiones slide o entrededos de sus sandalias Yoko. ¿Nuestros modelos favoritos? Para chicas, las bailarinas Due, a medio camino entre el zapato de cuña y la zapatilla de ballet. Y para ellos el Gogh Slide, un zueco muy masculino.
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