¿Qué tienen en común la que fuera editora de Vogue y Harpers Bazaar, Diana Vreeland, la reina Isabel II de Inglaterra, y uno de los principales mitos del séptimo arte, Marlene Dietrich? Pues que las tres han calzado a Roger Vivier.
Y no será casualidad, porque hablamos de tres mujeres con carácter, personalidades arrolladoras y estilos muy definidos. Así que elegir un Vivier, además de una forma evidente de decir aquí estoy yo, es una inversión en arte. Que para algo sus diseños han estado expuestos en el Museo Masterpiece de Londres, y en el Museo Bata del calzado de Toronto.
Y es que Roger, francés y formado en escultura en la Escuela de Bellas Artes de París, después de estar confeccionando durante 10 años los zapatos para las colecciones de Dior, logró que su fama y su savoir faire del calzado traspasaran fronteras.
Después de eso llegó Diego Della Valle, quien tras adquirir el imperio Vivier, puso al frente a la estilosa Ines de la Fresange, quien junto con el diseñador Bruno Frisoni, lograron traducir el espíritu de la firma, conservando los avances realizados por su predecesor.
Hablamos de zapatos de alta costura, con volúmenes, tacones innovadores y la sorprendente unión de materiales como las plumas de faisán, del martín pescador o de la gallina de Guinea. Y así es como se presenta su colección de zapatos y complementos Fall Winter 2012-2013, llena de color, pieles, pelos, plumas, cadenas, lentejuelas y dibujos geométricos.
Una delicia visual que hoy llevan iconos de la moda como Kate Moss y que hacen que la mujer que los elija resulte tremendamente femenina.
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