Eran las Kelme y unos Rock ceñidos. O tus 501. Y era la calle, el asfalto, AZCA, Orense, las litronas convertidas en un clásico de la rebeldía sin más causa que ella misma. Eran los tiempos en los que la movida nos había dejado paso, en que cogíamos un autobús para ir a colarnos a Oh! Madrid, del primer Jácara, de los bares de Moncloa, de las niñas monas que no controlaban la cantidad de maquillaje y que no dejaban ver lo que sentían, de los rollos, riñas, rollos.
Los primeros tiempos robados a las normas, de las diez y diez, de los castigos sin salir. De las partidas de mus los domingos, las casetes con recopilaciones, de Wham!, de aquel George Michael del Last Christmas que llegaría a acompañarnos media vida, de Purple Rain, de AC-DC, de las clases de atletismo en el estadio Vallehermoso, de los primeros conciertos, de Tocata, el Break Dance, el instituto, nuestro grupo de música, las letras de amor, nuestra primera actuación. De la necesidad de ser parte, de participar, de sentirnos y ser alguien.
Y allí estuvieron en todo momento las Kelme. Las mismas Kelme Pasión renovadas en llamativos colores, verde, lila, naranja, negro, rojo, azul eléctrico y curiosos estampados, siempre con su inconfundible diseño y su K lateral. 55€. Y yo, hoy, quiero unas. Por aquellos tiempos.
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