Aunque estos días son grises, ya comienzan a picar los cartílagos del tiempo apuntando a que en nada el buen clima nos va a empujar a las calles, la nocturnidad y la alevosía de las terrazas y los cóctels y "vino español" de las mil y unas presentaciones, compromisos, quedadas y placeres en los penthouse -léase ático con terrazita bien preparado para invitaciones, celebraciones y fiestas privadas de diversa variedad- de los amigos.
Abrigadas y pertrechadas para la lluvia el frío un viernes noche cualquiera de los que se avecina saldremos a la calle y nos daremos cuenta de lo mucho que nos sobran los fulares, el trench, las botas y volveremos a casa a cambiarnos para echar la noche con comodidad disfrutando del buen clima. Y en casa, el armario de invierno.
Así que, advertidas como estamos, es el momento de ir adelantándonos, de ir preparando a un lado lo que sea que vayamos a usar ese día en que un ineludible compromiso nos lleve a la terraza del Urban. Y el calzado, fundamental. Estas magníficas sandalias Emblème de Hermès lo pueden ser todo, con ese arco de 10 cm, en ternera natural o moka, con el tacón de paladio y la sencilla hebilla a juego, altura para las alturas. Y un bolso cerrado, cómodo para ir dejándolo sin muchas preocupaciones aquí y allí, como el Victoria II, que aún siendo de día, me resulta como para la noche. Amplio, 35 x 23 x 17 cm, en negro, dorado y en un maravilloso naranja de no-se-cuantos-usos.
Son de Hermès, y nada hay de nuevo que te pueda decir sobre su calidad y buen gusto. Y la calidad y el buen gusto es para todos los públicos. El precio no.
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