Thomas disfruta de unas maravillosas vistas de Hyde Park. Es alto, de pelo castaño y pronunciado mentón. Lee el periódico sentado en su Chester mientras Candance, una revoltosa fox terrier, mordisquea un desgastado hueso de piel color marrón.
Su armario está abierto. Desde el comedor, reflejado en el enorme espejo que preside la chimenea, sus bufandas, mochilas, bolsas de viajes y zapatos. Los mira mientras da un sorbo al té.
Piensa en qué ponerse. Algo de abrigo y quizás algún paraguas. Nunca se sabe… y con ese pensamiento desvía la mirada hacia el mueble de la entrada. Un antiguo jarrón de porcelana de tonos azules, es el guardián de su preciada colección, que cada otoño encuentra nuevo acompañante, con bonitas empuñaduras de madera, hueso o metal.
Thomas se incorpora, deja la taza sobre la mesa de la cocina aún con té, aún humeante, mientras tararea una canción de Rae Morris. Se enfunda en un traje a medida que remata con unos zapatos de piel granate y una bufanda de cachemir. Y cartera en mano, se despide de su juguetona compañera de piso.
Este otoño invierno 2012 el hombre Burberry viene cargado de complementos. Christopher Bailey, diseñador de la casa británica, esta vez inspirado en los ’70, les ha otorgado un marcado estilo urbano. Verdes, marrones, azules, negros, granates y amarillos están ahí para combinar.
Y como ellos no son de dejar puntada sin hilo, ni momento sin canción, un click en acoustic dentro de su site y a disfrutar viendo y escuchando.
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