Dicen de ella que es la musa de Dior y como lo fue de Christopher Nolan en una película de sueños encadenados y superpuestos, recreaciones infinitas que acercaban a sus constructores a un abismo sin retorno en el que la musa de Dior cayó... no sabemos si arrastrando con ella a Dicaprio porque el bueno de Nolan tuvo a bien dejar el final a nuestros sueños en aras del girar de una peonza.
Recordamos Inception -Origen- porque la campaña de Dior nos devuelve la irrelidad y lo etéreo de Marion Cotillard como Mal Cobb, nos devuelve su belleza ausente, su ser etéreo y a ratos tan solo un sueño y lo hace no para presentar la recreaciones de sueños que Mal hilara en la película sino la reinvención de Lady Dior una nueva temporada, el mismo bolso en nuevos colores, nuevos brillos, nuevos prints... el mismo sueño.
Nos difícil imaginar como Jean-Baptiste Mondino debió observar a Marion eligiendo el segundo justo en el que captar su imagen para hacerla sueño y campaña de Dior; ella, vestida por Raff Simons en lo que es un adelanto del otoño que llegará tras la primavera y su verano, y con una y mil versiones de Lady Dior entre sus manos; en piel fucsia o marrón, decorado con un print floral, es el mismo bolso y representa la misma esencia, la del estilo y la belleza que es tan Dior... y tan Cotillard.
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