Louis Vuitton nos deleita el gusto y despierta la intención en un video de poco más de un minuto que repasa, a golpe de fotograma, la historia de un icono con forma de bolso; es su Noé, el mismo que un día allá por 1932 ideara el bueno de Gaston-Louis, dicen, que a cuenta del champagne.
Francia es tierra de viñedos y vinos espumosos, y es también lugar de moda, glamour, clase, estilo y distinción; y por tanto no es lugar, en ningún caso, para trasladar el champagne de cualquier modo. A cuenta de esa inconveniencia, se vio Gaston-Louis Vuitton ante una petición muy especial: un bolso para el champagne.
Lo ideó y lo tejió en cuero sin saber que acababa de crear un icono y un emblema para la firma que, 100 años antes, creara otro Vuitton pensando en viajes y en los baúles que habían de proteger nuestras pertenencias en su transcurso.
El Noé es, en sus diferentes versiones y en las sutiles adaptaciones que ha lucido a lo largo de su historia, un bolso ajeno a los vaivenes de la moda o a los gustos de una u otra generación, es un bolso que ha pasado de madres a hijas y de éstas a las suyas... Y es que el Noé es una recreación perfecta de la utilidad y la belleza en un único objeto.
Su belleza y su utilidad son puramente Vuitton: diferentes tamaños -Noé y Petit Noé- según cuánto de si misma quiera cada mujer llevarse al bolso, ideal para colgarlo al hombro y también para cruzarlo dejándote los brazos libres para abrazar la vida.
Diferentes colores, versiones monocromáticas o combinadas y los estampados entre los que reina el inconfundible print Vuitton, el monogram...
Un bolso de 80 años, en un print de más de 100, que bien pudiera haber llevado tu abuela... no es vintage, es atemporal y bello, es Vuitton.
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