A los que todavía no sepan lo que es Lomography, les diremos que es una comunidad que crece alrededor de 4 palabras, magazine, tienda y fotografía analógica. Todo comenzó a principio de los 90 cuando dos estudiantes tropezaron en Viena con una Lomo Kompakt Automat, vieja cámara fotográfica fabricada por un fabricante de San Petersburgo poco conocido, como casi todo lo que nos llegaba de detrás de un muro recién derribado por aquel entonces. El resultado eran fotos de 35 mm extrañas pero sugerentes, con errores de óptica acusados, aunque el viñeteado, el brillo y la saturación de los colores resultaba impactante y muy seductor. Y veinte años después se han preguntado ¿porqué no digitalizarlas?.
A pesar de las razonables reservas que mantienen hacia lo digital, el Lomography Smartphone Film Scanner podría causar la ampliación a once las 10 reglas de oro del buen lomógrafo, porque de forma brillante solventa el único inconveniente que muchos vemos en la fotografía analógica experimental, cómo compartir -de forma barata, claro-. Y, añado que, sin ser un chiflado de lo analógico, algo nos solucionará a los que tenemos cientos de negativos desparramados por los cajones.
Su funcionamiento es fácil, intuitivo, portátil y rápido, como todo lo que rodea al mundo lomográfico. Basta con encender el Smartphone Film Scanner, introducir la película analógica, tomar la foto con tu teléfono y editar, imprimir, archivar y compartir – a través de las redes sociales o el tradicional correo electrónico- utilizando una apps llamada, como no, Lomoscanner, que antes habrás instalado de forma gratuita.
Y como ser un fanático de lo retro no está reñido con ser pragmático, financian sus proyectos a través de Kickstarter, ya saben, el portal de crowdfunding que financia los proyectos creativos. Su precio, 50 dólares.