Clack! Tuck.....rmmrmrmrmr click rmmmmrmrmr click y entonces... ¡música! El vinilo vuelve a girar, vuelve a estar de moda y la tecnología también se pone al día para ayudar a recuperar este formato casi casi jubilado. La marca japonés ELP Japan ha puesto en el mercado un compañero perfecto para veteranos seguidores de la música que nunca habían abandonado la sana costumbre de escuchar con calma y por su orden un Lp de cabo a rabo, avariciosos coleccionistas de discos que rayan el síndrome de Diógenes y nuevos seguidores, unos por moda, otros por fetichismo y otros por convicción, puedan disfrutar de su pasión por los vinilos.
Estéticamente no hay discusión, el Lp´s gana de calle. Es un objeto precioso, con portadas que en muchos casos son auténticas obras de arte y de hecho algunas son ya tan famosas que se han convertido en iconos de un estilo o de una cultura. Además es mucho más fácil incorporar créditos, letras, textos, poemas, posters... y que todo sea mucho más legible. Ganan al CD, aunque hay excelentes presentaciones en este sector, y aplastan a los etéreos formatos digitales que son la nada. En cuanto a la discusión sobre el sonido, eso es algo más complejo y hay opiniones para todos los gustos. Con equipos normales, de calidad similar y con grabaciones del mismo nivel no es fácil notar las diferencias que un técnico podría demostrar sobre un papel.
Otra cosa es la practicidad. Por muy cuidadoso que se sea siempre hay un descuido, un pequeño arañazo, un ligero golpe al plato, el polvo que siempre cae de forma irremediable y sobre todo la aguja, que además de tener que cambiarla cada cierto tiempo, desgasta los surcos con su simple paso. Una tortura para los tiquismiquis. La solución más avanzada nos la plantea una marca japonesa a través del ELO Turntable que utiliza un novedoso sistema láser en el que se reemplaza la tradicional cápsula con su aguja por un lector óptico de última generación que no toca la superficie del vinilo.
Este sistema láser de reproducción de vinilo no es algo nuevo ya que en 1976 se patentó un prototipo llamado LASERPHONE basado en esta concepción. A principios de los 80 se retomó la idea y se creó una marca, Finial, para desarrollar un plato láser, sin embargo los primeros modelos resultaban muy caros y además el mercado iba en otra dirección ya que empezaban a aparecer los primeros Cd´s. Así que se abandonó el proyecto hasta que a en 1989 se vendió la patente a Mr. Sanju Chiba, quien junto a un equipo de ingenieros puso en marcha ELP Japan y empezó a desarrollar esta tecnología y a satisfacer la demanda bajo pedido.
Dado que últimamente parece que la industria discográfica ha recuperado algo de vida gracias al aumento de las ventas de discos de vinilo, un formato que parecía condenado al olvido. La marca nipona ha empezado a comercializar su nuevo sistema más desarrollado y fiable que de momento presenta con tres opciones. El modelo más sencillo, el LT Master # 1 tiene capacidad de lectura spara vinilos de color negro, Lp o singles. El siguiente de la serie, el LT Master #2 incluye la posibilidad de lectura de los primeros vinilos que se reproduccían a 78 rpm. Y finalmente, el LT Master # 3 añade a lo anterior la opción de reproducir formatos de 7”, 10” y 12”. Los precios todavía son algo desorbitados, ya que varían de los 12.390 euros del primero, a los 16.370 euros del último.
Este sistema sin duda tiene muchas ventajas. No hay desgaste alguno, ni para el disco ni para el lector, no se produce compresión del sonido, ni digitalización y todo es puramente analógico. Además, el tocadiscos láser tiene otro factor añadido: puede reproducir discos abarquillados, deformados o con ciertos niveles de daños. Y también algunos inconvenientes, además del precio. El lector es tan inteligente que a veces confunde una mota de polvo, un ligero arañazo o una mancha con parte de la grabación original, con lo que genera, como en los platos normales, el clásico click o un ruidito. Es decir, que los discos hay que seguir cuidándolos y pasarles delicadamente un balletita de vez en cuando. Además no tiene capacidad para reproducir vinilos de colorines o transparentes, algo excepcional antiguamente pero que se ha ido convirtiendo en algo habitual, ya que son mucho más vistosos y, por tanto, más apetecibles y se venden mejor. Un capricho convertido en inconveniente.
Aficionados al vinilo del mundo entero, estamos en el camino.
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