Un año antes de despedirse del mundo de forma trágica, Marilyn Monroe se reunió con el entonces joven fotógrafo Douglas Kirkland, él era quien había recibido el encargo de inmortalizar a la diva para la revista Look.
Cuenta el propio Kirkland, que tiene hoy 85 años y recuerda vívivamente aquellos días, que Marilyn comprendió enseguida lo que él quería hacer y se citaron para unos días más tarde en una habitación de hotel; la diva llegó tarde, algo que era su costumbre, y la sesión empezó regular por el retraso y por lo incómoda que se sentía Marilyn con el vestido con el que se suponía debía posar... Entonces todo cambió.
Marilyn pidió quedarse a solas con el fotógrafo, se quitó el vestido tras el biombo dispuesto en la habitación y se deslizó bajo las sábanas de seda blanca con las que se había deshecho la cama. Coqueteó con la cámara de Kirkland, la sedujo y él no dejó de disparar e inmortalizar los mil y un momentos que Marilyn le estaba regalando.
Kirkland incide un poco más en la complejidad de Marilyn al decir que la vio tres veces y que nunca tuvo la sensación de estar frente a la misma mujer: primero conoció a la Marilyn luminosa y vital, feliz en la reunión de preparación de la sesión de fotos; a la sesión asistió la diva, la sensual, la que volvía loco al mundo y la última reunión, la de la elección de las mejores instantáneas, a esa asistió una mujer oscura y triste...
¿Y a santo de qué el recuerdo de aquella mítica sesión de fotografías hoy? a santo de que la cámara Hasselblad (n. 36980) que utilizó Kirkland ese día (ese día y tantos otros, recuerda que era fotógrafo de la revista Look y que para él posaron también la Bardot o Marlene Dietrich entre otras divas) así como dos lentes Carl Zeiss y dos imágenes impresas en edición limitada de aquella sesión se subastarán en Christie's el próximo 29 de octubre.
Si quieres meterte en la cama con la diva Monroe tendrás que pujar alto en Christie's...
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