Louis Vuitton ha reabierto las puertas de su tienda en la vía Montenapoleone de Milán y lo hace de un modo que hace palidecer a la de los propios Campos Elíseos, en tanto que, por fin, la de la avenida gala tiene otra boutique que le hace frente (y eso que hace poco abrió una tienda-isla en la bahía de Singapur). La italiana ha sido diseñada por el arquitecto Peter Marino para que parezca una residencia, un hogar del lujo donde el cliente no se sienta desplazado o incómodo. Para ello, desde las cortinas a las lámparas o las alfombras han sido cuidadosamente seleccionadas.
En la boutique destacan dos nuevos servicios de personalización: uno para calzado a medida, que permitirá elegir entre una buena cantidad de materiales y colores, así como un segundo para bolsos de mujer, que permitirá diseñar modelos únicos tomando como referencia las formas emblemáticas de la casa. Por supuesto, a todo ello hay que añadir el servicio de pedidos imposibles, desafíos que la maison hace realidad sea cual sea el baúl o la maleta que se haya demandado.
Mención aparte merece el primer Travel Room de Europa, un espacio dedicado al mundo del viaje y en el que los clientes pueden encontrar los baúles, las maletas y bolsos de fin de semana de la firma, así como las City Guides, que cada año se completan con nuevas ciudades que visitar. Ya no hay excusa para no ir a Milán de compras.
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