Cartier ocupa la que fuera una residencia privada durante el Segundo Imperio desde hace 10 años, pero acaba de abrir sus puertas tras una profunda remodelación. Al renovado universo parisino de Cartier se accede desde una puerta monumental de ocho metros de altura en la famosa Avenida de los Campos Elíseos. Dos lámparas de araña, diseñadas por el gran artista y cristalero francés Regis Mathieu, dan la bienvenida a este hogar del lujo, regio espacio de grandes dimensiones con balcones curvos en tres de sus lados y paredes de madera de roble, cristal y filamentos de tul dorado.
La boutique de Cartier tiene una superficie de 650 metros cuadrados dividida en dos plantas, unidas por una asombrosa escalera de caracol de estilo francés como la que hay en la Quinta Avenida de Nueva York o en el establecimiento en la Bond Street de Londres. Tiene la barandilla de bronce y su acabado artesanal es obra del taller del artista francés Pierre Bonnefille.
La decoración del espacio de Cartier en el 154 de Champs-Élysées es obra del interiorista parisino Bruno Moinard que ha trabajado en este proyecto durante 8 meses.
El suelo de la majestuosa boutique de Cartier está ribeteado con una cenefa dorada y combina parquet de Versalles con baldosas de piedra de Istría engastadas con tono sobre tono.
Hay salones privados, una galería de retratos, espacios temáticos donde los protagonistas son unas veces los diamantes, otras los productos de Cartier para los caballeros, las joyas y los infinitos complementos de la firma parisina que saldrán de la boutique en su más que famosa caja roja. La caja de los sueños que arranca una exclamación y suspiros de emoción cuando se abre.
Esta boutique es la primera de una serie de inauguraciones y remodelaciones que llevará Cartier a gran escala. Las próximas serán la de Chengdu (en el suroeste de China), Seúl y Tokio y Nueva York.
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