Las grandes propiedades inmobiliarias de alta gama están viendo cuestionada su estabilidad. Normalmente, la fuerte inversión que implica la adquisición de estos inmuebles exclusivos explicaba que su valor como patrimonio fuera de lo más estable. La escasa demanda a la vez es de las más sólidas porque quien tiene esa capacidad adquisitiva sabe que invirtiendo en un inmueble está afianzando su patrimonio en el tiempo. La exclusividad permite que ese sector del mercado se mantenga al margen de los vaivenes de otro tipo de propiedades.
Pero en los últimos tiempos varios nubarrones se ciernen sobre este fructífero mercado en los Estados Unidos. La desconfianza en la economía china y su reflejo en la Bolsa, junto con la inestabilidad resultante experimentada por las acciones estadounidenses, parece estar haciendo mella en el sector de la vivienda de alta gama.
El tema clave es la competencia en la financiación. Un 21% de los compradores de lujo en 2014 utilizaron el valor de sus acciones, la venta de bonos o tomaron prestado contra sus cuentas de jubilación para financiar la compra de vivienda, según el Wall Street Journal. Es normal que, como señalan algunos agentes inmobiliarios especializados en propiedades exclusivas, la sensibilidad al precio (lo que los economistas llamamos elasticidad de la demanda) haya aumentado, y los clientes hayan aumentado el número de abandonos en las pujas. Hay que añadir que los compradores están aún más asustados por la expectativa de que la Reserva Federal suba las tasas de interés a finales de año, haciendo las hipotecas más caras.
Pero los especialistas en el mercado no están muy preocupados. No se espera un problema tan serio como en el año 2008. Si la demanda doméstica flaquea, los inversores internacionales procedentes de países con mucha más inestabilidad y con conflictos políticos y sociales, estarán encantados de comprar, resguandando su patrimonio.