A aquella tierra del Nuevo Mundo que avistó Rodrigo de Triana el 12 de octubre de 1492 le dio Colón el nombre de San Salvador aunque sus nativos la llamaban Guanahani. Era la primera de las islas que occidente encontraba en su camino hacia las Indias, una de las más de setecientas islas del caribe entre Florida y Cuba que conocemos como Bahamas.
Se dice, y vaya usted a saber, que el nombre de estas islas se le da porque muchos de sus islotes tan sólo son visibles en la bajamar, forzando. El caso es que el territorio que fue español paso por aquellas cosas del desinterés y el interés, de la colonización y las migraciones a manos Británicas y luego se independizó sin independizarse para seguir siendo parte de la Commonwelth. Hoy su renta per cápita es la tercera del mundo. Un paraíso en varios sentidos.
Más de 360 de esas islas y cayos se encuentran en el distrito de Exuma y algunas de propiedad privada a pesar de que se encuentran en un espacio protegido de playas de arenas blancas y aguas azules, turquesas, infinitas, y arrecifes de coral, de un clima tropical (están en pleno Trópico de Cáncer) y de una baja población -la ciudad más grande, Georgetown, tan sólo tiene 1000 habitantes. Así que no es raro que teniendo dinero uno pretenda refugiarse en semejante paraíso relativamente aislado, tranquilo y no tan lejos de la civilización como puede parecer.
Una de esas islas de Exuma, Bahamas, es Innocence Island, una inmensa isla de 681 hectáreas de profunda vegetación tropical, árboles frutales y hasta seis playas de arenas irreales y aguas de ensueño a la que se puede llegar de Georgetown, desde Nassau, Miami, Fort Lauderdale, Atlanta e incluso Toronto. En la isla se levanta una vivienda a unos 27 metros sobre el nivel del mar, con capacidad para 10-12 personas, seis dormitorios-suites con sus baños incluídos, cocina, varios salones de interior yexterior, y una casa separada con gimnasio y hasta una sala de meditación y yoga, a más, que resulta hasta absurda en semejante entorno.
La isla ha sido el hogar de personajes como Johnny Deep o David Copperfield, pero su propietario actual quiere deshacerse de ella, una oportunidad para comprarte un paraíso en el caribe. La subasta tendrá lugar en el Trump Soho de Nueva York el próximo 15 de mayo y su precio de salida será de unos 10 millones de dólares, que en euros nos resulta más barata, menos de 8 millones de euros (7’2). Un chollo. Un paraíso. Un sueño. Pero que se llevará, por supuesto el mejor postor.
Si el pobre Rodrigo de Triana lo hubiera sabido le hubiera dado igual que Colón se embolsase la recompensa de 10.000 maravedíes que los Reyes Católicos daban al primero que avistara tierra y se hubiera quedado por allí él solo tomando posesiones. Digo yo.
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