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Nos gusta el número 7 incluso para vivir en él

El siete es un número mágico y lo es no sólo en nuestra cultura sino también en otras muchas: siete son los días de la semana y las notas musicales, las vidas de un gato, los pecados capitales y los colores del arcoíris, siete son los cielos del Islam, los enanitos de Blancanieves, los infiernos ... Nos gusta el número 7 incluso para vivir en él.

El siete es un número mágico y lo es no sólo en nuestra cultura sino también en otras muchas: siete son los días de la semana y las notas musicales, las vidas de un gato, los pecados capitales y los colores del arcoíris, siete son los cielos del Islam, los enanitos de Blancanieves, los infiernos de Dante y también los horrocruxes de Voldemort que destruyeron Harry Potter y sus amigos magos; el siete es, en definitiva, un número con mucha historia y con mucha magia, es un número de la suerte, un número bueno y por eso se nos antoja un número ideal para vivir en él y si, además, esa calle que lleva el siete por nombre está en Williamsburg (un barrio que nos demuestra que Brooklyn ya no es lo que fue), lo tenemos claro.

Williamsburg era, y es, parte de Brooklyn, un barrio neoyorquino en el que la diversidad mandaba y, junto a ella, la cultura hipster, el aire moderno y las vanguardias creativas; pero fue el siglo pasado porque en el S.XXI Manhattan se desbordó hasta Williamsburg y lo convirtió en una extensión de sí mismo, por eso un apartamento de una habitación en la calle 7, en el corazón de Brooklyn, se acerca hoy al millón de dólares y si lo quieres más grande, que tenga por ejemplo tres habitaciones y dos baños y que sea el apartamento 7D por eso de asegurarte la suerte, tendrás que desembolsar algo más de dos millones trescientos mil dólares.

En la calle 7, en ese Williamsburg que es hoy más Manhattan y menos Brooklyn de lo que un día fue, se levanta un edificio de apartamentos de lujo no sólo por sus calidades, que también, sino por los servicios que ofrece a sus vecinos: gimnasio, sala infantil, lounge y terrazas con vistas y, por supuesto, parking para coches y bicicletas.

Los espacios de estos apartamentos son amplios, sus cocinas tipo chef y sus ventanales de suelo a techo para que no te pierdas ni un rayo de la luz de Nueva York.

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