Concretamente son 16,1 millones de dólares (algo más de 14 millones de euros al cambio actual) los que piden Antonio Banderas y Melanie Griffith por una de sus mansiones más emblemáticas: la de Hancock Park, en el centro de Hollywood. Se trata de una propiedad sin igual en Los Ángeles, donde el ya exmatrimonio de actores empezó a vivir tras comprarla en 1999.
En aquel entonces, la pareja desembolsó 4,2 millones de dólares por el inmueble. Fue tres años después de su boda, y no tardaron mucho en ampliarla, con una nueva ala que les costó algo más de 1,3 millones. No será por falta de espacio, pues la finca cuenta con 6.000 metros cuadrados, la mayoría de ellos ocupado por un vasto jardín con más de una docena de especies de árboles diferentes y un estilo arquitectónico que recuerda al de los palacios clásicos de la Toscana y el Mediterráneo italiano.
La mansión fue construida originalmente en 1925 por el arquitecto George Kauffman, que no dudó en encargar a maestros españoles los techos de artesonado de madera, que llegaron hasta Los Ángeles en un largo viaje. Antes de los Banderas, la mansión era el hogar de unos importantes productores cinematográficos, por lo que todo seguía dentro del universo hollywoodiense. Ahora es un detalle que tanto Antonio Banderas como su exmujer están dispuestos a dejar a un lado, ya que el comprador no tendrá que estar relacionado con la industria del cine, sino simplemente acreditar ser capaz de llevar a cabo una de las ventas más espectaculares del mercado inmobiliario californiano de este año.
A cambio, se hará con una de las mansiones con más encanto de la ciudad, en donde no faltan lujosos suelos de madera, a juego con el ya mencionado artesonado. Sus tres plantas albergan 1.400 metros cuadrados de habitaciones suntuosas, salones de gusto medieval, chimeneas impresionantes, paredes completamente decoradas con tapices... Y una decoración entre lo rústico y lo renancentista; aunque ya se encargaron los actores de añadir piezas de arte contemporáneo de vanguardia en algunas de las salas y largos pasillos, donde las alfombras iraníes destacan sobre las baldosas de barro cocido.
En total, suman 13 dormitorios y 11 cuartos de baño, así como un salón de banquetes de dos plantas, un comedor con techo de cristal, una biblioteca, un ascensor y cuatro chimeneas. Cifras nada desdeñables y que explican un precio casi inaccesible para cualquier bolsillo.
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