Se trata de seis pinturas de gran valor artístico no sólo por la elevada calidad de las piezas y su magnífico estado de conservación. También por el dilatado periodo pictórico que abarcan, desde el último tercio del siglo XVI hasta la primera mitad del XIX. Además de suponer un importante incremento del patrimonio nacional y del Museo del Prado, las obras han pasado por destacadas exposiciones internacionales y permiten completar el perfil artístico de sus creadores.
Realizadas por los maestros españoles Sánchez Cotán, Herrera “el Viejo”, Antonio del Castillo, Eugenio Lucas Velázquez, y el bohemio Anton Rafael Mengs, todas ellas fueron pintadas en España, excepto la Alegoría de la redención de Ligozzi. El veronés, que nunca olvidó su ascendencia, trabajó para corte florentina de Francisco I y fue pintor de cámara de los Médici. Este lienzo fechado en 1587 acompañará la hasta ahora su única obra en el Prado, El Nacimiento de la Virgen. Lo mismo sucede con Sánchez Cotán. Únicamente representado en la pinacoteca madrileña con una naturaleza muerta de 1602, el legado de Alzaga enriquece la colección con un bellísimo óleo —Imposición de la casulla a San Ildefonso— del artista toledano que muestra su característico estilo poético y dulce.
Otro tanto se puede señalar con respecto a Mengs, que sólo cuenta en el museo con obras de pequeño formato; o del tardío San Jerónimo penitente de Francisco Herrera “el Viejo”, pintado en 1640 ya distanciado del manierismo inicial. El Paisaje romántico de Eugenio Lucas Velázquez, pintado en 1852 completa la donación que se verá aumentada con una séptima obra en un futuro próximo.
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