De acuerdo con Sergio Marchionne, C.E.O de Fiat Chrysler Automobiles (FCA), la casa madre de Ferrari, la prestigiosa empresa de automóviles de lujo debería ser valorada como una marca de lujo. La relevancia de esta afirmación está en su contexto, cuando se conoció la oferta pública inicial (IPO) programada para el primer semestre de este año. Para Marchionne, Ferrari vale hasta 10 mil millones de euros. De ser así, el grupo albergaría la esperanza de obtener una ganancia inesperada lo suficientemente sustanciosa como para impulsar un ambicioso plan de inversiones a cinco años vista del Grupo FCA.
Pero ¿tiene sentido la afirmación de Marchionne? Más allá de la estrategia de exprimir cada pieza del grupo empresarial para mantener el conjunto a flote, es cierto que hay indicios de que podría serlo. Por ejemplo, los exclusivos modelos de competición de fórmula 1, o el famoso LaFerrari (también conocido por su nombre de proyecto, F150 o F70), cuyo precio asciende a un millón de euros y cuya producción, limitada a 499 unidades, asegura la exclusividad al cliente más exigente.
Sin embargo, aunque Ferrari genera mucho dinero con un beneficio casi triplicado en la última década y un margen de un 14 por ciento, cifras que no iguala ningún fabricante de automóviles de su entorno, aún tiene que avanzar para alinearse con las grandes empresas del lujo, que se cotizan a 20 veces las ganancias futuras. Por ejemplo, Prada, cuyo margen es de un 26% a pesar de la presión de los costes al alza.
La razón es que el crecimiento de los ingresos ha sido más suave que en la mayoría de productos europeos de lujo. Por otro lado, sus gastos de capital y los requisitos de investigación y desarrollo son más del doble, deprimiendo su retorno sobre el capital. Nada sorprendente para la industria del automóvil, pero lejos del sueño de Marchionne de cotizar como una empresa del lujo.