La Fundación Urban Zen creada por Donna Karan ofrece, entre otras actividades, clases de yoga a los niños de Haití. ¿Por qué yoga cuando se les puede dar de comer? suele ser la pregunta más habitual. Pero la filosofía de la diseñadora es la de cuidar más allá de la cobertura de necesidades esenciales. Conocedora de los beneficios del yoga para las personas en condiciones precarias, cuando su pareja contrajo cáncer, Donna pretende aportar algo más que alimento y educación a los niños haitianos, país en el que vuelca gran parte de sus iniciativas filantrópicas.
Además de promocionar a diseñadores haitianos, organizar eventos para recaudar fondos y destinar parte de su colección Urban Zen a financiar la Fundación sin ánimo de lucro, Karan es partícipe en sus viajes a dicho país de lo que supone para los niños esas clases. Las clases de yoga, posible gracias a una subvención de SowaSeed, transforma a los niños a través de una serie de formas básicas de yoga, de 'guerreros' graves y feroces a barcos que se ríen oscilando sobre su vientre. Los niños son sólidos y serios 'árboles', poderosos 'arqueros' y alcanzan la verdadera calma en el "reposo final."
Las mismas cosas que muchos yoguis buscan en su práctica - la comunidad, la disciplina, el movimiento, la autoestima, la alegría en nuestros cuerpos, la conexión del momento presente - experimentan quienes comparten con estos niños en medio de post-desastre de Haití la práctica del yoga.
Junto a esta creativa manera de "nutrir" en cuerpo y alma a los niños, Donna Karan desarrolla programas de terapia integral para "cuidadores" de enfermos graves para gente sin recursos y la preservación de la cultura y el arte original de Haití.