Stanislas de Quercize, director ejecutivo de la joyería Cartier, propiedad del Grupo Richemont, segundo conglomerado mundial del lujo, indicó ayer que no tiene intención de subirse al tren de los relojes inteligentes tal y como han hecho recientemente marcas como Tag Heuer, Breitling, Helvetica o Gucci.
"Hay utilidad, pero sin emoción, mientras que todos nuestros relojes tienen una fuerte conexión afectiva”, aseguró Stanislas de Quercize CEO de Cartier durante la fiesta de reapertura después de ocho meses de renovación de la ostentosa boutique de 650 metros cuadrados, que tiene la Maison en el número 154 de la Avenida de los Campos Elíseos en Paris.
El director ejecutivo de Cartier señaló que obviamente existía espacio y demanda para los smartwatches en el ‘mundo feliz de la tecnología’, pero los califica de "totalmente complementarios" a los relojes clásicos. "Cuando miramos la hora en un teléfono inteligente no nos transmite lo valioso del paso del tiempo".
Stanislas de Quercize indicó que desde la creación de la marca en 1847 “Pueden imaginarse cuántas turbulencias financieras, crisis, guerras mundiales hemos pasado. Pero lo que permanece, son las joyas y la relojería”, concluyó.
A la reapertura de la boutique de la Maison Cartier en Paris le seguirá en la primavera del 2016, la reapertura de su tienda en la Quinta Avenida de Nueva York adquirida en 1917 por los hermanos Cartier, y en octubre del próximo año la de Japón. Cartier cuenta con 286 boutiques en todo el mundo.
Cartier es la mayor filial del grupo suizo Compagnie Financière Richemont SA, segundo conglomerado mundial del lujo detrás d el grupo francés LVMH Moët Hennessy, y cuenta además de Cartier con marcas de referencia como Vacheron Constantin, Jaeger-LeCoultre, IWC Schaffhausen, Panerai, Montblanc Piaget, o Van Cleef & Arpels. Richemont registró en 2014 una facturación de 10.400 millones de euros y un beneficio neto de 1.300 millones de euros.