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Siete piezas de Lully al servicio del Rey Sol

Lully, el compositor más representativo de la Francia del siglo XVIII, concibió toda su música para satisfacer los gustos y los intereses de luis XIV.

El actual Palacio de Versalles, mandado a construir por Luis XIV sobre el antiguo pabellón de caza levantado por su padre en 1624, consitituye, sin lugar a duda, el símbolo político y artístico más poderoso de la Europa de finales del siglo XVII. Tanto su arquitectura, sus jardines y su configuración urbanística responden a una sola finalidad: ser el símbolo del absolutismo monárquico, el de un soberano cuyo poder emanaba directamente de Dios. Todo en Versalles responde a un programa iconográfico preciso ideado para materializar la ciudad ideal del Barroco. Aunque pudiera parecerlo, en Versalles nada hay superfluo. Como bien decía el ministro Colbert, Vuestra majestad sabe que a falta de las brillantes acciones militares nada realza mejor la grandeza y el espíritu de los príncipes que los edificios.

El palacio surge así como un complejo engranaje que da respuesta a una nueva necesidad, la de servir de marco para la vida personal, de representación y de gobierno de Luis XIV. La corte era un fastuoso escenario en la frontera entre la realidad y la ficción cuyo centro estaba exclusivamente ocupado por el rey sacralizado. Como es lógico, parte fundamental de la vida en la corte eran las lujosas fiestas y espectáculos en los que se combinaban todas las artes, y donde queda plasmada toda la teatralidad y el sentido alegórico del Barroco. Conocemos bien la gran afición que el monarca Luis XIV tenía por la cultura, especialmente por la danza, actividad de amplia tradición en la corte francesa y a la que se consagró con virtuosismo profesional. Durante su infancia y juventud, el Cardenal Giulio Mazzarino atrajo a un buen número de compatriotas suyos a la corte. Uno de esos italianos que arribaron a Francia buscando fortuna fue el músico florentino Giovanni Battista Lulli, que entró al servicio de la corona como bailarín y compositor de la música instrumental y terminó haciéndose con el monopolio musical regio mediante la creación de la Académie Royale de Musique.

Lully hizo lo mismo que todos los demás en la corte, orientar su talento y habilidad para satisfacer los gustos y los intereses del rey. El músico florentino siempre se había mostrado poco interesado en la ópera, pues no creía que la ópera fuese un género adaptable al carácter e idioma francés. Pero contrató al libretista Philippe Quinault para terminar componiendo una ópera al año hasta su muerte. Porqué?. Para crear un género nuevo, surgido de la inteligente combinación de los dos elementos íntimamente ligados a Francia y a su rey, el teatro y el ballet. La llamaron tragédie lyrique o tragédie en musique para diferenciarla de la ópera italiana y contenía la misma teatralidad y el sentido alegórico de palacio. Como en Versalles, en las tragédie lyrique de Lully, aunque pudiera parecerlo, nada hay superfluo.