Entra el sol de la mañana por la ventana recorriendo los rincones de la casa. Apenas se escuchan ruidos en el vecindario, te revuelves entre las sábanas con calma y te dispones a deleitarte un rato con tu último descubrimiento literario mientras disfrutas del café y de una energizante barrita con aceite, tomate y sal. Sólo te falta la música. Buena música. Y todo perfecto.