Ahora que acaba el año confieso que todos y cada uno de los editoriales que he firmado cada semana (cada semana en la que ha sido posible) se han escrito al límite de las horas o a la hora límite.
Sea porque a la hora de ponerse tiene uno mucho que decir o porque recordaba tener mucho que decir, pero casi siempre porque a esa hora o se alborotan y barajan o no están las ideas, la mayoría en una tarde de domingo y siempre con la duda del interés que lo que yo tenga que contar pueda despertar en alguien.. y el natural bloqueo a salir al escenario desnudo, aunque no se piense mucho en ello. Uno piensa para si mismo y escribe para si mismo si no busca el reconocimiento, pero sabe que al final la palabra acaba en otros y en ellas está uno indefenso. Graham Greene lo resolvía con "Escribir es una forma de terapia. A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, los que no componen música o pintan, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana.". Así mis textos, íntimas tormentas, desnudos integrales, tan modestos como sinceros, son parte de esos lunes en los que todo entra en barrena y no cabe más que pedir ayuda, el monday may day que es también mi día, y una terapia para sobrevivirme.