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5 canciones para mitigar una ausencia

La música se comporta como un gas y tiende a llenar todo el espacio vacío.

Nuestros pasos marcan líneas infinitas que se cruzan y separan de forma imprevisible y desordenada. Los encuentros y desencuentros son como átomos que chocan entre sí antes de emprender caminos inesperados. Nada está bajo control. Tan sólo, quizás, el volumen al que suena esta canción.

Nuestros pasos viajan decididos por caminos errantes. La mirada al frente fija en algún punto distante que sólo es sutil espejismo. Aun así, decididos recorremos la distancia que nos aleja de la meta y de nosotros mismos. Nada está previsto. Tan sólo, quizás, cuál será la próxima canción.

Nuestros pasos resuenan en el silencio agrandando aún más la sensación de impotencia. Pero no importa porque para eso marcamos el ritmo de la marcha con decisión y arrogancia, inconscientes de que el movimiento jamás se demostró andando. Nada está resuelto. Tan sólo, quizás, quién elige la siguiente canción.

Nuestros pasos están marcados con tiza en un calendario en blanco. Sus hojas caen cada otoño al anochecer y renacen primaverales con la salida del sol. No hay vuelta atrás pero es imposible seguir adelante. Nada está en su lugar. Tan sólo, quizás, las notas de esta canción.

Nuestros pasos se unieron sin consultar y con la firme decisión de no volverse a ver un amanecer cualquiera. Maldecimos ese momento sin recordar todo lo que dejamos atrás. La memoria nos falla, la ausencia nos mata. Nada está como fue. Tan sólo, quizás, la emoción al oír esa canción.